Lágrimas asoman por los cristales de mis ojos, destellando mientras la luz de mi lampara ilumina mi habitación. Los sentimientos a flor de piel, mezclados y confundidos, buscan reorganizarse, pero en medio del caos simplemente se dispersan. Los nudos en la garganta amarran las palabras, intentando no dejar ir alguna que se lleve un pedazo de alma; y el corazón latiendo velozmente solo piensa en ensordecerme para no escuchar mis pensamientos. Hoy es uno de esos momentos, infinitos y fugaces, en los que lo más intimo de uno, aquello que uno mismo se oculta, da señas de sobrevivir a los montones de capas que intentaron sofocarlos. Esta es una de esas noches donde el sueño llega tarde, protegiéndose a hurtadillas de los arrebatos de consciencia. Ahora estoy aquí, sin nada que decir más que lo que ya esta dicho; y si no ha bastado, que mi silencio exprese lo que mil voces no pueden.
viernes, 11 de mayo de 2007
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