Cae la lluvia de forma recia y constante, provocando estruendos junto con el viento que sopla contra las ventanas. Y yo sin poner mucha atención a lo que podria ser el reflejo de mis sentimientos, me encierro en mis pensamientos poco razonados que no son más que el resultado de la perdida de la misma razón. Estoy aislado aunque no haya barreras físicas a mi alrededor. Estoy aislado porque ni siquiera estoy. Solo ha quedado un cuerpo sin mente, un cuerpo sin control.
Todo esta mal, el mundo y los que me rodean, los libros y las ideas, las emociones y acciones que a cabo se llevan. Nada encaja como debiera ser a mi parecer. Nada tiene sentido en este mundo loco. El calor insoportable que corre por mi cuerpo no es más que una reacción del mismo a la inestabilidad de todo lo demás. Le sigue el llanto por saber que nada es como debiera, por estar perdido en un mundo que no tendria que existir. Y con las lagrimas y el sudor que corren por mi cuerpo, regreso a él reconociendo lo que realmente ha estado mal.
Soy yo, y que estupido puedo ser cuando soy el que no encaja, cuando no soy, cuando el enojo se posesiona de mi cuerpo y encierra a mi mente por unos momentos, los cuales son suficientes para destruir lo que más aprecio, lo que mejor guardo en mi corazón.
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