martes, 15 de mayo de 2007

Con vino tinto

Escribo mientras a momentos tomo de un vaso con vino, sabiendo que el vino se toma en copa, que la botella no estaba cerrada cuando debería y que todo eso no me importa ahora. El buen vino es para festejar y yo no celebro nada. No hay nada que festejar en soledad. Tomo por tomar, por desahogar penas que se no olvidaré con alcohol. En realidad en alcohol no se desahoga nada. Al contrario, todo error, toda pena se torna mas grande y el corazón (sin siquiera pensar en mi cuerpo) se marchita más.

El vino de mi vaso se ha terminado y me he servido otra ronda. Empiezo a sentir sus efectos cuando el mundo comienza a moverse. Me pregunto que será de mi cuando me de cuenta de que el que se mueve no es el mundo si no mi dolor recorriéndome y haciendome estúpido. Me pregunto cuanto me durará esta estupidez. Me pregunto tantas cosas que prefiero no preguntarme nada y seguir tomando. Por lo menos así no sufro tanto.

He escuchado que el vino es bueno para el corazón, sea blanco o tinto. Yo tomo tinto porque su color me recuerda a la sangre, la cual a hervido dentro de mi y quiero recuperar. Bebo tinto porque siempre me ha gustado más. Bebo vino tinto porque es lo que hay, lo que tengo a la mano y yo no soy nadie para reclamar. Sin embargo aunque lo intente no deje de pensar, y llego al razonamiento de que el pasado hay que dejarlo atrás, y utilizarlo como una herramienta para el porvenir. No gano nada con sufrir y ahora con el vaso en la mano, brindo por el futuro.

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