Romper vínculos -con el presente, con el pasado, e inclusive, con el futuro- es siempre una cuestión complicada. Mueve y remueve sentimientos. Cada persona que conocemos, cada objeto del que nos hacemos, cada relación se anuda a nuestras emociones, se aferra a nuestra alma con mayor o menor fuerza, y al estar atada a nuestra alma, el rompimiento afecta directamente a ésta. Esta herida sanará pero dejará siempre un cicatriz.
jueves, 6 de marzo de 2008
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